Frecuentemente pienso en todas las personas que en este momento de su vida piden un poco de empatía, en un mundo donde aparentemente todas las personas parecieran estar felices y viviendo una vida perfecta todo el tiempo. Se nos ha olvidado que también somos vulnerables a tener días difíciles, que nos retan a batallar con esas emociones que no se sienten tan bien pero que son parte inevitable de la vida.

En nuestro afán constante por ser aprobados por la sociedad, preferimos ocultar situaciones para no sentirnos juzgados o rechazados. Situaciones que a pesar del tiempo y de evadir cualquier pensamiento que nos lleve a sentir culpa, vergüenza, tristeza o desilusión, pareciera que siempre nos recordará que tenemos que cambiar algo en nuestro presente, para transformar la perspectiva de ese pasado que todavía duele.

Es importante que hagamos paz con la idea de estar a solas con nosotros mismos y de disfrutar de nuestra propia compañía, porque de lo contrario podemos llegar a conformarnos con personas que no nos hacen felices o con trabajos que nos gustan. Pero, ¿Cómo empezar si pareciera que nuestro peor enemigo fuésemos nosotros mismos?

Trabajar en el amor propio va mucho más allá de las prácticas de autocuidado. Amarte es trabajar en tu interior, en sanar heridas, en tomar las mejores decisiones desde una conciencia despierta, también es poner límites, decir no cuando no quieres algo y salir de lugares donde debes ser nadie para quedarte. Crear una relación basada en amor, confianza y respeto contigo mismo sanará las relaciones que tengas con tu cuerpo, con tu pareja, con tu familia, con tus amigos y en tu trabajo.

Sé exactamente cómo se siente esa presión en el pecho que no nos deja respirar, y es ahí, desde ese lugar, donde nuestra alma está reclamando a gritos lo que le pertenece en este mundo lleno de oportunidades y sueños por cumplir.